Desde los lejanos orígenes de la humanidad, ha existido el deseo de explorar lo desconocido. Temerosos pero curiosos, generación tras generación se han aventurado por el camino de la ignorancia con la esperanza de comprender su lugar en el universo, para explicar la fortuna y los problemas que los acosan a diario.
Toda religión y cultura ha especulado sobre que hay más allá de los sentidos físicos mundanos, un lugar y una energía de la que pueden surgir lo maravilloso y lo terrible. Muchos han tratado de explicarlo, y muchos han tratado de aprovecharlo. Culturas enteras se han dedicado a intentar tomar el contro sobre este poder de otro mundo. Casi inevitablemente, la búsqueda de esta fuerza trae consigo confusión y desesperación, ya que a pesar de que los siglos han desgastado las prácticas crueles que rodean los conjuro, en el fondo es una energía moldeada por la brutalidad convocada con el sacrificio del alma y el cuerpo.
Algunos lo llaman magia, aunque el papado lo llamaría el Espíritu Santo, los filósofos de Oriente hablan de chi, mientras que el hindi lo conoce como prana. Sin embargo, este maná no pertenece al mundo de los humanos, sino que proviene de más allá. Los vivos y los muertos, el árbol, la planta, la piedra y el agua están tocados por ella. A través de la magia, se hace posible la nigromancia y el elementalismo, así como la transmutación, la telepatía y la adivinación. Los antiguos oráculos y las visiones de los Antiguos son exploraciones en un reino que se encuentra aparte del nuestro. Los yoguis del Este llevan sus vidas sin agua ni pan, sentados en la cima de las colinas bañadas por la luz de estrellas invisibles.
A lo largo de las generaciones ha habido lugares y épocas donde el velo entre Aquí y Allí ha sido más delgado: manantiales sagrados y tumbas de mártires, casas de sacrificios de Charnel y las más grandes catedrales, rocas sagradas, pantanos repletos de espíritus y muchos otros lugares cercanos. Algunos teorizan que estos sitios no son diferentes, sino uno solo, unidos entre sí en el otro lado, y si una persona supiera los medios, podría pasar de un lugar a otro tan fácilmente como cruzar el umbral de una puerta. Aunque algunos de estos lugares han existido durante milenios, otros son fugaces, parches de luminosidad en un mundo aburrido. Los espíritus y fantasmas de todos los tipos son la evidencia de una barrera que se está estrechando, ya sea de forma intencionada o no.
El poder supremo de la magia deja una huella en el mundo y en la mente. Incluso los no iniciados sentirán un estremecimiento en su presencia, sus sueños atormentados por visiones que no pueden explicar y un miedo inexplicable que se apodera de sus corazones sin previo aviso.
En todo el mundo hay ruinas y misteriosos monolitos que, según afirman las leyendas locales, no fueron creados por la mano humana, que se encuentran a lo largo de las costas, desmoronándose y desgastados. Las marcas indescifrables sobre ellos se erosionaron pero aún son visibles, lo que provoca un escalofrío en la columna vertebral. Las calas secretas y los santuarios abandonados en cuevas cerradas bajo el agua debajo de los acantilados prohibidos son la prueba de la existencia de habitantes que no tienen relación con las personas nacidas en este mundo.
Están muy extendidas las historias de las civilizaciones que vinieron antes que la nuestra; ciudades como Atlantis y Dvaraka que fueron sumergidas bajo las olas por los poderes que desataron. Muchos postulan que el mar, poseído por una inmensa fuerza tangible, es la mejor ventana a ese otro lugar. La tradición marinera de Venecia y su actual condición privilegiada no son una coincidencia.
Aquellos con la habilidad y la enseñanza para sentir la magia pueden realizar acciones que van más allá de la naturaleza. Los santos y los chamanes han canalizado consciente e inconscientemente su poder. Hay practicantes que creen que el ritual, a menudo depravado y sangriento, puede tensar el velo y generar aún más poder. Puede maldecir y puede curar, construir y destruir, pero siempre ha sido una energía fugaz y voluble. Aprovechar el poder de un universo invisible es abrir una puerta mental a un reino más allá de la comprensión humana, un lugar oscuro y aterrador que siempre deja una marca en los visitantes.
Desde tiempos inmemoriales ha habido una buena razón por la cual incluso los practicantes más de confianza han sido tratados como parias, ya que incluso permanecer cerca de estos hechiceros puede provocar ilusiones, corrupción y locura.
Uno no puede ser partícipe de tal poder sin atraer el potencial destructivo del Otro Lado hacia uno mismo.
Peor aún, el reino de la magia no es un páramo metafísico, sino un dominio habitado por entidades más allá del conocimiento mortal. Dioses mayores, demonios hambrientos de cerebros y toda clase de pesadillas que ponen a prueba la cordura, buscan a los débiles y los incautos con el objetivo de ganar una vía de entrada al mundo de la humanidad.
Fuente: Manual de Carnevale, TTCombat.
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